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    <head><title>Escolios a un texto implícito: Selección &ndash; dd</title>


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        <h1>>Escolios a un texto implícito: Selección_</h1>
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        <h2>Autor</h2>
<p>Nicolás Gómez Dávila fué un filósofo colombiano del siglo pasado. Un escritor que a pesar de ser millonario por herencia, decidió vivir una vida simple meditando y escribiendo
aforismos sobre el decadente mundo moderno. Reaccionario, entre sus grandes influenciadores se encuentran Tucídides y Nietzsche.</p>
<h2>Texto</h2>
<p>El texto está compuesto de frases cortísimas, pero que en ocasiones exigen a uno leerlas en reiteración.
El factor común de las frases es lo conciso y la simpleza con la que el autor se explaya. Como bien dice Dávila, buen escritor es quien tortura sus frases para no torturar
al lector.</p>
<p>El elemento &ldquo;implícito&rdquo; del libro, es aquello que entiende la minoría hacia la cual el texto está dirigido.
La interpretación de la mayoría es cuestión irrelevante para la validez del contenido. Irónicamente, la potencial irritación e incomodidad del lector aborregado, es
lo que valida en buena medida cada frase del autor.</p>
<p>Adelante las líneas que más me gustaron:</p>
<ol>
<li>Quienes gimen sobre la estrechez del medio en que viven pretenden que los acontecimientos, los vecinos, los paisajes, les den la sensibilidad que la naturaleza les negó.</li>
<li>El psicólogo habita los suburbios del alma, como el sociólogo la periferia de la sociedad.</li>
<li>No logrando realizar lo que anhela, el “progreso” bautiza anhelo lo que realiza.</li>
<li>La autenticidad del sentimiento depende de la claridad de la idea.</li>
<li>El tiempo es menos temible porque mata que porque desenmascara.</li>
<li>Las frases son piedrecillas que el escritor arroja en el alma del lector. El diámetro de las ondas concéntricas que desplazan depende de las dimensiones del estanque.</li>
<li>El filósofo no es vocero de su época, sino ángel cautivo en el tiempo.</li>
<li>Ni la religión se originó en la urgencia del asegurar la solidaridad social, ni las catedrales fueron construidas para fomentar el turismo.</li>
<li>Mientras más graves sean los problemas, mayor es el número de ineptos que la democracia llama a resolverlos.</li>
<li>Espasmos de vanidad herida, o de codicia conculcada, las doctrinas democráticas inventan los males que denuncian para justificar el bien que proclaman.</li>
<li>La vulgaridad consiste en pretender ser lo que no somos.</li>
<li>El placer es el relámpago irrisorio del contacto entre el deseo y la nostalgia.</li>
<li>La sociedad premia las virtudes chillonas y los vicios discretos.</li>
<li>El alma crece hacia dentro.</li>
<li>El que ignora que dos adjetivos contrarios califican simultáneamente todo objeto no debe hablar de nada.</li>
<li>Llámase buena educación los hábitos provenientes del respeto al superior transformados en trato entre iguales.</li>
<li>Educar al hombre es impedirle la “libre expresión de su personalidad”.</li>
<li>La literatura toda es contemporánea para el lector que sabe leer.</li>
<li>El que menos entiende es el que se obstina en comprender más de lo que se puede comprender.</li>
<li>Civilización es lo que logran salvar los viejos de la embestida de los idealistas jóvenes.</li>
<li>La idea ajena sólo interesa al tonto cuando roza sus tribulaciones personales.</li>
<li>Las desigualdades naturales amargarían la vida del demócrata, si la denigración no existiera.</li>
<li>Cierta cortesía intelectual nos hace preferir la palabra ambigua. El vocablo unívoco somete el universo a su arbitraria rigidez.</li>
<li>Entre adversarios inteligentes existe una secreta simpatía, ya que todos debemos nuestra inteligencia y nuestras virtudes a las virtudes y a la inteligencia de nuestro enemigo.</li>
<li>Envejecer es catástrofe del cuerpo que nuestra cobardía convierte en catástrofe del alma.</li>
<li>Todo fenómeno tiene su explicación sociológica, siempre necesaria y siempre insuficiente.</li>
<li>No debemos concluir que todo es permitido, si Dios no existe, sino que nada importa. Los permisos resultan irrisorios cuando los significados se anulan.</li>
<li>El pueblo no elige a quien lo cura, sino a quien lo droga.</li>
<li>Entre la anarquía de los instintos y la tiranía de las normas se extiende el fugitivo y puro territorio de la perfección humana.</li>
<li>La nivelación es el substituto bárbaro del orden.</li>
<li>Cuando hoy nos dicen que alguien carece de personalidad, sabemos que se trata de un ser sencillo, probo, recto. La personalidad, en nuestro tiempo, es la suma de lo que impresiona al tonto.</li>
<li>Los juicios injustos del hombre inteligente suelen ser verdades envueltas en mal humor.</li>
<li>La presencia silenciosa de un tonto es el agente catalítico que precipita, en una conversación, todas las estupideces de que sean capaces los interlocutores más inteligentes.</li>
<li>Hace doscientos años era lícito confiar en el futuro sin ser totalmente estúpido. ¿Hoy quién puede creer en las actuales profecías, puesto que somos ese espléndido porvenir de ayer?</li>
<li>Marx gana batallas, pero Malthus ganará la guerra.</li>
<li>El hombre es un animal que imagina ser hombre.</li>
<li>Demagogia es el vocablo que emplean los demócratas cuando la democracia los asusta.</li>
<li>Lo que aún protege al hombre, en nuestro tiempo, es su natural incoherencia. Es decir: su espontáneo horror ante consecuencias implícitas en principios que admira.</li>
<li>El tonto no se inquieta cuando le dicen que sus ideas son falsas, sino cuando le sugieren que pasaron de moda.</li>
<li>La historia erige y derrumba, incesantemente, las estatuas de virtudes distintas sobre el inmóvil pedestal de los mismos vicios.</li>
<li>La violencia política deja menos cuerpos que almas podridas.</li>
<li>Cada generación nueva acusa a las pretéritas de no haber redimido al hombre. Pero la abyección con que la nueva generación se adapta al mundo, después del fracaso de turno, es proporcional a la vehemencia de sus inculpaciones.</li>
<li>La sociedad moderna se da el lujo de tolerar que todos digan lo que quieran, porque todos hoy coinciden básicamente en lo que piensan.</li>
<li>La política es el arte de buscar la relación óptima entre la fuerza y la ética.</li>
<li>Nadie sabe exactamente qué quiere mientras su adversario no se lo explica.</li>
<li>Lo amenazante del aparato técnico es que pueda utilizarlo el que no tiene la capacidad intelectual del que lo inventa.</li>
<li>El mayor triunfo de la ciencia parece estar en la velocidad creciente con que el bobo puede trasladar su bobería de un sitio a otro.</li>
<li>La angustia ante el ocaso de la civilización es aflicción reaccionaria. El demócrata no puede lamentar la desaparición de lo que ignora.</li>
<li>El tonto no se contenta con violar una regla ética: pretende que su transgresión se convierta en regla nueva.</li>
<li>Tanto en país burgués, como en tierra comunista, reprueban el “escapismo” como vicio solitario, como perversión debilitante y abyecta. La sociedad moderna desacredita al fugitivo para que nadie escuche el relato de sus viajes. El arte o la historia, la imaginación del hombre o su trágico y noble destino, no son criterios que la mediocridad moderna tolere. El “escapismo” es la fugaz visión de esplendores abolidos y la probabilidad de un implacable veredicto sobre la sociedad actual.</li>
<li>El comunista odia al capitalismo con el complejo de Edipo. El reaccionario lo mira tan sólo con xenofobia.</li>
<li>Aún cuando el pecado colabora a la construcción de toda sociedad, la sociedad moderna es la hija predilecta de los pecados capitales.</li>
<li>El que acepta el rango que la naturaleza le fija no se convierte en la mera ausencia de lo que no es. Aún lo más modesto tiene en su sitio un precio inestimable.</li>
<li>La soledad es el laboratorio donde los lugares comunes se verifican.</li>
<li>Hombre inteligente es el que mantiene su inteligencia a una temperatura independiente de la temperatura del medio que habita.</li>
<li>Las sociedades agonizantes luchan contra la historia a fuerza de leyes, como los náufragos contra las aguas a fuerza de gritos. Breves remolinos.</li>
<li>Hoy más que nunca el hombre corre detrás de cualquier tonto que lo invite al viaje, sordo al atalaya que avizora los caminos destruidos y los puentes derrumbados.</li>
<li>El profeta que acertadamente pronostique la corrupción creciente de una sociedad se desacredita, porque mientras más crezca la corrupción, el corrompido la nota menos.</li>
<li>Aún entre igualitarios fanáticos el más breve encuentro reestablece las desigualdades humanas.</li>
<li>Vivir es el único valor del moderno. Aún el héroe moderno no muere sino en nombre de la vida.</li>
<li>Lo grande, para la sensibilidad, no es suma aritmética de partes, sino calidad de ciertos conjuntos. La grandeza métrica, todo edificio moderno lo demuestra, no tiene relación con la grandeza monumental.</li>
<li>El individualismo moderno se reduce a reputar personales y propias las opiniones compartidas entre todos.</li>
<li>El estado moderno fabrica las opiniones que recoge después respetuosamente con el nombre de opinión pública.</li>
<li>Las representaciones colectivas son, hoy, opiniones que los medios de propaganda imponen. Lo colectivo no es, hoy, lo que muchos venden sino lo que muchos compran.</li>
<li>Al vulgo no le importa ser, sino creerse, libre. Lo que mutile su libertad no lo alarma, si no se lo dicen.</li>
<li>El proletariado no detesta en la burguesía sino la dificultad económica de imitarla.</li>
<li>El sufragio universal no pretende que los intereses de la mayoría triunfen, sino que la mayoría lo crea.</li>
<li>El crecimiento de la población inquieta al demógrafo, solamente cuando teme que estorbe el progreso económico o que dificulte la alimentación de las masas. Pero que el hombre necesite soledad, que la proliferación humana produzca sociedades crueles, que se requiera distancia entre los hombres para que el espíritu respire, lo tiene sin cuidado. La calidad del hombre no le importa.</li>
<li>El consumo, para el progresista, se justifica sólo como medio de producción.</li>
<li>Dos seres inspiran hoy particular conmiseración: el político burgués que la historia pacientemente acorrala y el filósofo marxista que la historia pacientemente refuta.</li>
<li>El progresista cree que todo se torna pronto obsoleto, salvo sus ideas.</li>
<li>En el lóbrego y sofocante edificio del mundo, el claustro es el espacio abierto al sol y al aire.</li>
<li>La idea del “libre desarrollo de la personalidad” parece admirable mientras no se tropieza con individuos cuya personalidad se desarrolló libremente.</li>
<li>Cuando una mayoría lo derrota, el verdadero demócrata no debe meramente declararse vencido, sino confesar además que no tenía razón.</li>
<li>Llámase liberal el que no entiende que está sacrificando la libertad sino cuando es demasiado tarde para salvarla.</li>
<li>La sociedad industrial es la expresión y el fruto de almas donde las virtudes destinadas a servir usurpan el puesto de las destinadas a mandar.</li>
<li>La verdad está en la historia, pero la historia no es la verdad.</li>
<li>La literatura contemporánea, en cualquier época, es el peor enemigo de la cultura. El tiempo limitado del lector se gasta en leer mil libros mediocres que embotan su sentido crítico y lesionan su sensibilidad literaria.</li>
<li>La civilización no es una sucesión sin fin de inventos, sino la tarea de asegurar la duración de ciertas cosas.</li>
<li>Un solo ser puede bastarte. Pero que jamás te baste el Hombre.</li>
<li>De la suma de todos los puntos de vista no resulta el relieve del objeto, sino su confusión.</li>
<li>En un siglo donde los medios de publicidad divulgan infinitas tonterías, el hombre culto no se define por lo que sabe sino por lo que ignora.</li>
<li>Los antiguos veían en el héroe histórico o mítico, en Alejandro o en Aquiles, el módulo de la vida humana. El gran hombre era paradigmático, su existencia ejemplar. El patrón del demócrata, al contrario, es el hombre vulgar. El modelo democrático debe rigurosamente carecer de todo atributo admirable.</li>
<li>Verdadero aristócrata es el que tiene vida interior. Cualquiera que sea su origen, su rango, o su fortuna.</li>
<li>No hay tontería en que el hombre moderno no sea capaz de creer, siempre que eluda creer en Cristo.</li>
<li>Sociedad aristocrática es aquella donde el anhelo de la perfección personal es el alma de las instituciones sociales.</li>
<li>La libertad, para el demócrata, no consiste en poder decir todo lo que piensa, sino en no tener que pensar todo lo que dice.</li>
<li>El anonimato de la ciudad moderna es tan intolerable como la familiaridad de las costumbres actuales. La vida debe parecerse a un salón de gente bien educada, donde todos se conocen pero donde nadie se abraza.</li>
<li>El individuo busca el calor de la muchedumbre, en este siglo, para defenderse del frío que emana el cadáver del mundo.</li>
<li>Al desaparecer su profundidad religiosa, las cosas se reducen a una superficie sin espesor donde se transparenta la nada.</li>
<li>La muerte de Dios es opinión interesante, pero que no afecta a Dios.</li>
<li>Los contemporáneos respetan los libros tediosos cuando son pretenciosos y pedantes. La posteridad se ríe de esos ídolos polvorientos, para venerar, claro está, a los análogos santones de su tiempo.</li>
<li>La filosofía que elude el problema del mal es cuento de hadas para niños bobos.</li>
<li>El vulgo sólo cree pensar libremente cuando su razón capitula en manos de entusiasmos colectivos.</li>
<li>En sociedades donde todos se creen iguales, la inevitable superioridad de unos pocos hace que los demás se sientan fracasados. Inversamente, en sociedades donde la desigualdad es norma, cada cual se instala en su diferencia propia, sin sentir la urgencia, ni concebir la posibilidad, de compararse. Sólo una estructura jerárquica es compasiva con los mediocres y los humildes.</li>
<li>Así como en nuestra sociedad triunfan los bajos fondos sociales, así en nuestra literatura triunfan los bajos fondos del alma.</li>
<li>Para el tonto sólo son auténticos los comportamientos conformes a la última tésis psicológica de moda. El tonto, al observarse a sí mismo, se ve siempre corroborando experimentalmente cualquier bobada que presuma científica. ¿Mis hermanos? Si. ¿Mis iguales? No. Porque los hay menores y los hay mayores.</li>
<li>La vida es taller de jerarquías. Sólo la muerte es demócrata.</li>
<li>Sería más fácil resolver los problemas modernos, si, por ejemplo, cupiera sostener utópicamente que sólo la avidez mercantil del fabricante multiplica los artículos plásticos, y no la admiración idiota de los presuntos compradores.</li>
<li>El técnico se cree un ser superior, porque sabe lo que, por definición, cualquiera puede aprender.</li>
<li>El mundo moderno censura con acrimonia a quienes le “voltean la espalda a la vida”. Como si fuese posible saber con certeza que voltearle la espalda a la vida no sea volver la cara hacia la luz.</li>
<li>Frente a tanto intelectual soso, a tanto artista sin talento, a tanto revolucionario estereotipado, un burgués sin pretensiones parece una estatua griega.</li>
<li>Periodistas y políticos no saben distinguir entre el desarrollo de una idea y la expansión de una frase.</li>
<li>Los que le quitan al hombre sus cadenas liberan sólo a un animal.</li>
<li>La primera revolución estalló cuando se le ocurrió a algún tonto que el derecho se podía inventar.</li>
<li>Tanta es la fe del marxista en Marx que usualmente se abstiene de leerlo.</li>
<li>El más repulsivo y grotesco de los espectáculos es el de la superioridad de profesor vivo sobre genio muerto.</li>
<li>La tolerancia consiste en una firme decisión de permitir que insulten todo lo que pretendemos querer y respetar, siempre que no amenacen nuestras comodidades materiales. El hombre moderno, liberal, demócrata, progresista, siempre que no le pisen los callos, tolera que le empuerquen el alma.</li>
<li>El moderno ya no se atreve a predicar que el individuo nazca como página blanca. Demasiados descalabros le enseñaron que somos los herederos agobiados de nuestra familia, nuestra raza, nuestra sangre. La sangre no es líquido inocente, sino viscosa pasta histórica.</li>
<li>La civilización moderna se estaría suicidando, si verdaderamente estuviera logrando educar al hombre.</li>
<li>La experiencia del hombre que “ha vivido mucho” suele reducirse a unas anécdotas triviales con que adorna una imbecilidad incurable.</li>
<li>El izquierdista inteligente admite que su generación no construirá la sociedad perfecta, pero confía en una generación futura. Su inteligencia descubre su impotencia personal, pero su izquierdismo le impide descubrir la impotencia del hombre.</li>
<li>Esa liberación de la humanidad que cantó el siglo XIX no resultó ser más que el turismo internacional.</li>
<li>Toda sociedad no jerarquizada se parte en dos.</li>
<li>El jurista, en las democracias, no es un experto en leyes, sino en funcionarios.</li>
<li>Tedio es el antónimo de soledad.</li>
<li>Los dioses son campesinos que no acompañan al hombre sino hasta las puertas de las grandes urbes.</li>
<li>El moderno se niega a sí mismo toda dimensión metafísica y se juzga mero objeto de ciencia. Pero chilla cuando lo exterminan como tal.</li>
<li>Los medios actuales de comunicación le permiten al ciudadano moderno enterarse de todo sin entender nada.</li>
<li>El cristianismo degenera, al abolir sus viejos idiomas litúrgicos, en sectas extravagantes y toscas. Roto el contacto con la antigüedad griega y latina, perdida su herencia medieval y patrística, cualquier bobalicón se convierte en su exégeta.</li>
<li>El hombre inteligente llega pronto a conclusiones reaccionarias. Hoy, sin embargo, el consenso universal de los tontos lo acobarda. Cuando lo interrogan en público niega ser Galileo.</li>
<li>La razón no es substituto de la fe, así como el color no es substituto del sonido.</li>
<li>Ya no existen ancianos sino jóvenes decrépitos.</li>
<li>Las jerarquías son celestes. En el Infierno todos son iguales.</li>
<li>El igualitario se exaspera viendo que la instrucción obligatoria sólo borra la desigualdad ficticia para agravar la congénita.</li>
<li>El pecado del rico no es la riqueza, sino la importancia exclusiva que le atribuye.</li>
<li>Soy el asilo de todas las ideas desterradas por la ignominia moderna.</li>
<li>La mujer tiene la temperatura intelectual del medio en que vive: revolucionaria vehemente o conservadora impertérrita, según las circustancias. Reaccionaria nunca puede ser.</li>
<li>Cuando la conciencia moderna suspende sus rutinas económicas sólo oscila entre la angustia política y la obsesión sexual.</li>
<li>Los hábiles aceptan envilecerse para triunfar. Y terminan fracasando porque se envilecieron.</li>
<li>El hombre inteligente inquieta al tonto y a la vez le parece risible.</li>
<li>La historia es una sucesión de noches y de días. De días breves y de noches largas.</li>
<li>Hay un analfabetismo del alma que ningún diploma cura.</li>
<li>El abuso de la imprenta se debe al método científico y a la estética expresionista. Al primero porque le permite a cualquier mediocre escribir una monografía correcta e inútil, a la segunda porque legitima las efusiones de cualquier tonto.</li>
<li>El periodismo fue la cuna de la crítica literaria. La universidad fue su tumba.</li>
<li>El tonto llama “prejuicios” las conclusiones que no entiende.</li>
<li>Los temas intocables abundan en tiempos democráticos. Raza, morbos, clima, resultan allí substancias caústicas. Nefando es allí lo que pueda implicar que la humanidad no es causa sui.</li>
<li>En tiempos aristocráticos lo que tiene valor no tiene precio; en tiempos democráticos lo que no tiene precio no tiene valor.</li>
<li>“Encontrarse”, para el moderno, quiere decir disolverse en una colectividad cualquiera.</li>
<li>La grandilocuencia del mensajero suele ser proporcional a la insignificancia del mensaje.</li>
<li>El terrorismo no surge donde existen opresores y oprimidos, sino donde los que se dicen oprimidos no confrontan opresores.</li>
<li>El izquierdista emula al devoto que sigue venerando la reliquia después de comprobar la impostura del milagro.</li>
<li>Lo que el reaccionario dice nunca interesa a nadie. Ni cuando lo dice, porque parece absurdo; ni al cabo de unos años, porque parece obvio.</li>
<li>Sólo el fracaso político de la derecha equilibra, en nuestro tiempo, el fracaso literario de la izquierda.</li>
<li>Para actuar se requiere una noción operacional del objeto, pero se requiere una noción poética para comprender.</li>
<li>El filósofo no demuestra, muestra. Nada dice al que no ve.</li>
<li>Sociedad civilizada es aquella donde dolor y placer físico no son los argumentos únicos.</li>
<li>“Concientizar” es la variante púdica de adoctrinar.</li>
<li>Tan sólo entre amigos no hay rangos.</li>
<li>Los problemas metafísicos no acosan al hombre para que los resuelva, sino para que los viva.</li>
<li>El mimetismo embelesado del meteco es el disolvente de las culturas. Una cultura, en efecto, no perece absorbiendo elementos exóticos, sino siendo asimilada y difundida por mentes foráneas.</li>
<li>Las culturas moribundas intentan sobrevivir imitándose sistemáticamente o radicalmente innovando. La salud espiritual está, al contrario, en prolongar sin imitar y en innovar sin abolir.</li>
<li>Reaccionarios y marxistas viviremos igualmente incómodos en la sociedad futura; pero los marxistas mirarán con ojos de padre estupefacto, nosotros con ironía de forastero.</li>
<li>Porque oyó decir que las proposiciones religiosas son metáforas, el tonto piensa que son ficciones.</li>
<li>Reeducar al hombre consistirá en enseñarle de nuevo a estimar correctamente los objetos, i.e. a necesitar pocos.</li>
<li>Sin la influencia de lo que el tonto llama retórica, la historia no hubiese sido más que un tumulto sórdido.</li>
<li>El hombre emerge de la bestia al jerarquizar sus instintos.</li>
<li>El socialismo nació como nostalgia de la integración social destruida por el atomismo burgués. Pero no entendió que la integración social no es compactación totalitaria de individuos, sino totalidad sistemática de una jerarquía.</li>
<li>El liberalismo pregona el derecho del individuo de envilecerse, siempre que su envilecimiento no estorbe el envilecimiento del vecino.</li>
<li>Si se aspira tan sólo a dotar de un número creciente de artículos a un número creciente de seres, sin que importe la calidad de los seres, ni de los artículos, el capitalismo es la solución perfecta.</li>
<li>Asistimos hoy a una proliferación exuberante de muchedumbres no-europeas, pero por ninguna parte asoman civilizaciones nuevas, amarillas, cobrizas, o negras.</li>
<li>Mediante la noción de “evolución cultural”, el antropólogo demócrata trata de esquivar las interrogaciones biológicas.</li>
<li>Nadar contra la corriente no es necedad si las aguas corren hacia cataratas.</li>
<li>Enseñar literatura es enseñarle al alumno a creer que admira lo que no admira.</li>
<li>Las lenguas clásicas tienen valor educativo porque están a salvo de la vulgaridad con que la vida moderna corrompe las lenguas en uso.</li>
<li>El poder no corrompe, libera la corrupción larvada.</li>
<li>Tres factores han corrompido, en América, la noble reciedumbre de la lengua española: el solecismo mental de inmigrante no-hispano, la facundia pueril del negro, la melancolía hurana y sumisa del indio.</li>
<li>La izquierda llama derechista a gente situada meramente a su derecha. El reaccionario no está a la derecha de la izquierda, sino enfrente.</li>
<li>Imposible convencer al tonto de que existen placeres superiores a los que compartimos con los demás animales.</li>
<li>En una democracia sólo sonríe a los demás el político en busca de votos. Los demás no pueden darse el lujo de una mutua sonrisa: todos son rivales de todos.</li>
<li>Desde hace más de un siglo no existe clase alta. Apenas un sector más pretencioso de clase media.</li>
<li>Cada día resulta más fácil saber lo que debemos despreciar: lo que el moderno admira y el periodismo elogia.</li>
<li>Libertad es el término que más se emplea sin saber que significa.</li>
<li>Mientras más tarda la naturaleza en vengar los delitos que contra ella se cometen, más cruel es su venganza.</li>
<li>A los enemigos del sufragio universal no deja de sorprendernos el entusiasmo que despierta la elección de un puñado de incapaces por un acervo de incompetentes.</li>
<li>El horror del progreso sólo puede medirlo el que ha conocido un paisaje antes y después que el progreso lo transforme.</li>
<li>La tierra no será nunca un paraíso, pero quizás se pudiera evitar que siga aproximándose a una imitación cursi del Infierno.</li>
<li>Resulta imposible convencer al hombre de negocios de que una actividad rentable pueda ser inmoral.</li>
<li>El público no comienza a acoger una idea sino cuando los contemporáneos inteligentes comienzan a abandonarla. Al vulgo no llega sino la luz de estrellas extintas.</li>
<li>Los politólogos analizan sabiamente los gaznidos, gañidos, gruñidos, de los animales embarcados, mientras los remolinos empujan silenciosamente el barco hacia una u otra orilla.</li>
<li>El pensamiento religioso no progresa, como el pensamiento científico, sino profundiza.</li>
<li>Los filósofos suelen influir más con lo que parecen haber dicho que con lo que en verdad dijeron.</li>
<li>Cuando el tirano es la ley anónima, el moderno se cree libre.</li>
<li>El hombre es animal educable, siempre que no caiga en manos de pedagogos progresistas.</li>
<li>Conocer bien un episodio histórico consiste en no observarlo a través de prejuicios democráticos.</li>
<li>El hombre moderno no defiende enérgicamente sino su derecho a la crápula.</li>
<li>Sólo es transparente el diálogo entre dos solitarios.</li>
<li>Los que no queremos admitir sino lo que vale, les pareceremos siempre ingenuos a los que no reconocen sino lo que rige.</li>
<li>El moderno cree vivir en un pluralismo de opiniones, cuando lo que hoy impera es una unanimidad asfixiante.</li>
<li>Los espectáculos llamados técnicamente “para adultos” no son para mentes adultas.</li>
<li>Llaman “fomentar la cultura” coronar a mediocres.</li>
<li>El tonto viendo que las costumbres cambian dice que la moral varía.</li>
<li>El problema de la creciente inflación económica sería soluble, si la mentalidad moderna no opusiera una resistencia invencible a cualquier intento de restringir la codicia humana.</li>
<li>El pueblo que se despierta, primero grita, luego se emborracha, roba, asesina, y después se vuelve de nuevo a dormir.</li>
<li>El moderno llama “cambio” caminar más rápidamente por el mismo camino en la misma dirección. El mundo, en los últimos trescientos años, no ha cambiado sino en ese sentido. La simple propuesta de un verdadero cambio escandaliza y aterra al moderno.</li>
</ol>

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